Titulo: "It: Capítulo dos" (2019).
Director: Andrés Muschietti.
Guión: Gary Dauberman, Jeffrey Jurgensen (basada en la Novela homónima escrita por Stephen King).
Música: Benjamin Wallfisch.
Protagonistas: Jessica Chastain - James McAvoy - Isaiah Mustafa - James Ransone - Bill Skarsgård - Jay Ryan - Bill Haderv - Andy Bean - Xavier Dolan - Will Beinbrink - Jack Dylan Grazer - Teach Grant - Sophia Lillis - Taylor Frey - Finn Wolfhard - Jake Weary - Jaeden Martell.
Butaca L10, 6 de Septiembre del 2019, reservada para el tan esperado estreno de It: Chapter 2. Y es que era absolutamente imposible esperar un momento más. El ecran, repentinamente nos iluminó, para entregarnos imágenes que no almacenamos en nuestra memoria (pues sólo teníamos un único objetivo, que estaba destinado a acaparar absolutamente toda nuestra atención), pero que aún así, identificamos como los trailers de turno. Luego de un momento (que para nosotros fue eterno), el ecran nuevamente se volvió a apagar… esta vez, para anunciar que el momento con aquel personaje infernal una vez más nos intimidaría con su sonrisa macabra. El horror estaba a punto de invadir cada rincón de nuestra ansiosa bóveda mental. Y es que Andy Muschietti había dejado la vara bastante alta con It: Chapter 1, no sólo por la obviedad de la historia de uno de los personajes más icónicos dentro del género del terror. Sino porque, anhelábamos saber como la finalizaría, independiente si ya la conocíamos de antemano.
Percibimos en el aire un nuevo Muschietti, quien en este capitulo dos, se tomó bastantes licencias que nos da para pensar que hoy regresa como el niño mimado de Hollywood (y a veces esto puede ser no muy bueno). Inicialmente, porque su insistencia por recrearnos nuevamente el nivel emotivo producido por el “club de los perdedores”, fue bastante agotador y doblemente innecesario (pero vamos!, que esto es cine de terror… no E.T.). Sin contar, los gags absurdos que trataban de ser divertidos, pero que finalmente terminan por simplificar una atmósfera que al principio nos hacía sospechar que tal vez Muschietti no se estaba tomando las cosas muy en serio (caso contrario ocurrido en la primera parte). Pero avanzado el metraje, nuestros peores temores se hicieron realidad… Muschietti no se estaba tomando en serio una de las secuelas más esperadas del año. Y es que el guión, tiene un irremediable déficit atencional, que pedía a gritos un (tal vez) necesario reemplazo tras las cámaras.
Dentro de tantas expectativas, el efecto sorpresa cada vez más sería reducido bajo mínimos. Es así, que la mayoría de las situaciones se van presentando ante nuestros ojos estupefactos, como quien trata de avanzar a tropezones frente a un horror que esperábamos que en cualquier momento nos cortara el aliento. Pero sin lugar a dudas, Pennywise hizo su primera aparición como un gran salvavidas, en la que podría ser una de las primeras y más brutales escenas de la película (sin dejar pasar nuestra extrañeza por el cual Muschietti aún no es acusado de homofobia, así como Mel Gibson fue acusado de antisemita luego del estreno de “La Pasión de Cristo” (2004), pero bueno caprichos de la vida... y del cine).
Suele ocurrir, que las secuelas de películas exitosas pocas veces han sobresalido por sobre la original. Pero si bien, It: Chapter 2 tiene (casi) todo lo que podemos esperar de ella, el resultado final se nos antoja absolutamente sobrevalorado. Muschietti, insiste una y otra vez en volver a crearnos un interés en temáticas ya vistas como el triangulo de amor entre Beverly, Bill y Ben. Como si nadie supiera levemente como termina, en vez de haber desarrollado aún más una historia que a pesar de durar casi tres horas, tiene más cabos sueltos que creatividad. Y es que los pocos (y muy cuestionables) elementos evolutivos de su argumento son fácilmente ejecutados por el personaje de Pennywise y sus diversas manifestaciones (que aseguro harán las delicias de los fans del gore), quien a estas alturas es casi lo único que mantiene a flote la película (entre otras cosas evidentemente, pero que no cometeremos el crimen de mencionarlas para no caer en spoilers). Incluso muchas de sus escenas de terror caen en lo absurdo, pues los miedos del pasado se hacen presentes luego de 30 años en el “club de los perdedores”, como si los adultos carecieran de sus propios y más terribles miedos. Y es que este y muchos otros detalles Muschietti los pasó por alto, mientras estaba más preocupado de su cameo en una escena de la película, que presentarnos algo sustancialmente diferente.
La participación de los niños del primer capitulo, logran momentos emotivos que recuerdan sus propias historias antes de que el horror los acechara entre sombras. Que son de lo más bienvenidas, logrando acaparar tal nivel de interés, que verlos luego como adultos es casi insufrible soportar aquellos gags de los que hacíamos mención al inicio de esta publicación. Y es que el director abusa tanto de ello, que es imposible no reír en ciertas escenas en las que deberíamos asustarnos. Aunque no obstante, es compensada por otras que más que violentas, rayan en lo sádico. Muschietti, resuelve todo en una especie de poema cargado de emocionalidad, como una manera de decir adiós a aquello que todos experimentamos una sola vez en la vida, pero que nunca regresa, una alegoría triste y desgarradora de despedida de la infancia.
En conclusión, Muschietti cumple con lo que mejor sabe hacer: crear terror en los lugares más inesperados. Pero nos deja, indiscutidamente al debe con un guion disperso, poco estructurado que crea vacíos difíciles de pasar por alto.
La música te golpea (innecesariamente) casi toda la película sin descanso, y aún así sigue las órdenes erróneas de Muschietti para recordarnos lo que ya sabemos con notas reconocibles y poco arriesgadas. La excesiva autorreferencia de situaciones y personajes ya vistos en el primer capitulo, pueden que sea lejos lo peor de toda la película, sin contar con el “club de los perdedores” ya adultos, que no logran ninguna cercanía con el espectador como cuando eran niños. Más bien, parecen peones ciegos en un tablero de ajedrez. Aunque no obstante, hay que reconocer que hoy por hoy toda falencia es absolutamente cubierta, con un buen par de efectos especiales que por un lado saciaron levemente nuestra sed por ver más. Sin contar, los notables homenajes a varias y reconocibles películas del género, que dejarán a sus fanáticos (al menos) bastante y agradecidamente sedados.
Lentamente nos levantamos de nuestra butaca L10, aún sin saber si el momento de abandonar la sala había llegado, o simplemente estábamos inmersos en un profundo sueño. Pennywise nos saluda desde un rincón, con una sonrisa burlona que acapara casi todo su desfigurado rostro, con la promesa de que posiblemente una tercera parte llegará para arrancarnos el alma de una vez por todas (y pagarnos definitivamente todo lo que nos quedó debiendo).
En dos palabras: Casi involutiva.
En una escala de 1 a 10: 5,0