viernes, 6 de abril de 2018

Cuando la oscuridad llega.... procura jamás darle la espalda.


Titulo: "El Sacrificio Del Ciervo Sagrado" ("The Killing Of A Sacred Deer") (2017).
Países: Irlanda, Reino Unido, Estados Unidos.
Director: Yorgos Lanthimos.
Guión: Efthymis Filippou, Yorgos Lanthimos.
Música: Sin Créditos.
Protagonistas: Colin Farrell - Nicole Kidman - Sunny Suljic - Raffey Cassidy - Barry Keoghan - Bill Camp - Alicia Silverstone.
Para ser honestos, hace tiempo que no terminábamos (literalmente) con dolor de cabeza tras ver una película. Y esa es la sensación que nos ha dejado: “The Killing Of A Sacred Deer”. Exceptuando la memorable sensación experimentada con “Madre”, llegamos a la única conclusión posible: cada cierto tiempo la industria nos perturba con cintas densas, que no suelen ser fáciles ni de ver y menos de olvidar. Y esta vez el turno es para una película sorprendente, y que sin pensarlo terminamos por rendirle culto (por muy cuestionable que sea esto para algunos).
Dirigida por el griego Yorgos Lanthimos (quien hace un par de años nos sorprendiera con la utópica “Langosta” (mini comentario publicado en este Blog oportunamente)) regresa con la que podría ser una de sus obras más desafiantes. Lanthimos, se basó en la tragedia griega de “El mito de Ifigenia”,  para dar forma a un guion que fue premiado en el pasado festival de Cannes. Cuya historia centra todas sus energías en Steven y Anna, quienes conforman un matrimonio ideal. Ambos se desempeñan en el área de la salud: él es cirujano, y ella oftalmóloga. Tienen dos hijos maravillosos muy bien criados, y viven en una casa igualmente ideal (vale decir, la perfección familiar en su máximo esplendor). Pero como no hay mal, que por bien no venga, sumamos al cuadro a Martin, un chico de diecisiete años bastante misterioso (y encantador al mismo tiempo) quien se unirá al envidiable árbol genealógico.
Uno de los puntos más interesantes de las obras de Lanthimos, es que suele importarle un rábano que sus películas sean el deleite de las masas, (y por esto advertimos que no serán pocos los que no sean capaz de soportar esta obra en particular). Tema aparte, mencionar que el director se ha convertido (por este motivo) automáticamente en nuestro mejor nuevo amigo. Poco a poco, su nombre está sonando fuerte dentro de varios festivales. Y esta, su primera película realizada en estados unidos, esta dando que hablar. Principalmente por su propuesta, cuyos personajes parcos no demuestran otra cosa que la carencia casi total de toda emoción primaria (independiente en el ambiente en que se encuentren). Al principio, los acontecimientos se van presentando con un ritmo tan desconcertante, que no sabemos absolutamente nada en profundidad de sus personajes, y mejor ni hablar del enfoque de la historia (todo aquí es intencionalmente lineal). Cualquier pista, cualquier información se reduce bajo mínimos, y  este  es el
inicio de la tortura a la que Lanthimos nos somete, sin que podamos preverlo, y menos pensar en dejarnos escapar. Caemos así irremediablemente en su trampa, y poco a poco nos hace mantener el interés (cosa bastante increíble, si consideramos el ritmo pausado de un metraje que se toma su tiempo). Los planos se abren y cierran de forma exagerada, y comienza a afectarnos psicológicamente, porque la visión del director puede ser desde muy visceral hasta irremediablemente opresiva. Sentimos como nuestra cabeza va sintiendo una ligera presión, que no es otra cosa que algo así como la antesala al dolor. La musicalización aquí es casi inexistente, pero cuando aparece manifestado en todo tipo de
ruidos in crescendo, sabemos que la visión de Lanthimos va en serio, y nuestro pavor comienza aflorar (sobretodo en aquellas secuencias donde la música sacra golpea con fuerza y encarecidamente para que no pasemos por alto, algo muy importante!). Vale decir, con poco nos podemos sentir bastante amedrentados (y por que no decirlo, también muy desprotegidos). Y hay que ser bastante justos al respecto, porque de tanta película que ha pasado por este humilde Blog, muy pocas se pueden jactar de tocar directamente la fibra emocional con total maestría, y elocuencia. Es así, que se justifica que con poco podemos hacer mucho (siempre y cuando se tenga primero un buen guion, y por consiguiente la visión de un buen director, capaz de plasmar en imágenes lo subliminal o lo que no podemos ver en un espacio inmediato). Un ejemplo
claro de ello (y a modo de breve ilustración) podemos mencionar a “El Exorcista” (1973), cuyo director William Friedkin supo rescatar lo subliminal de la novela escrita por William P. Blatty, y plasmar no solo el horror que todo el mundo recuerda. Sino también cierta belleza implícita (onírica si se quiere) en cada una de sus imágenes y encuadres, que para quienes leímos el libro, es hasta ahora uno de los mayores logros artísticos que vale la pena observar con mayor atención. Si bien, no cometeríamos (por ningún motivo) tal sacrilegio al compararla con “The Killing Of A Sacred Deer” nos parece que se entendió perfectamente la referencia. Lo interesante  (y casi paradojal) es que la película de Lanthimos carece de efectos especiales (al menos en estricto rigor, con lo visualmente reconocible), puntos referenciales o de cualquier recurso que terminaría por distraernos del horror (en apariencia) que se yuxtapone con lo
más natural y cotidiano que podamos imaginar. Esta es una de las películas más densas que se han estrenado este último tiempo. En su defecto, somos obligados a ver la decadencia humana, que incluye una gran carga sexual que termina por incomodarnos una y otra vez. Y es que en el ambiente de esta película se respira algo perverso, casi enfermizo. Estamos seguros que sin Colin Farrel (quien ya había trabajado anteriormente con el director), Nicole Kidman y Barry Keoghan (quien ha sido premiado y nominado por su magnifica interpretación en esta película (que por momentos nos llega hasta desagradar bastante)) quizás la historia no hubiera surtido el mismo efecto. No obstante, podemos encontrar en ella más de algún guiño cinéfilo (y/o alguna secuencia reconocible) que no sabemos si
es eso: o un guiño o una nueva provocación al caer en odiosas comparaciones. Pero que aún así, nos deja abierta tan sólo dos alternativas: o sucumbimos al horror y a la tortura psicológica del cual el espectador es una victima más. O simplemente tu mente no fue capaz de soportarla. Y hasta ahora se le ha reprochado al director que su visión no tiene base, ni motivación, y menos empatía hacia ninguno de sus personajes. Sobretodo y considerando la frialdad más absoluta con la que ha tratado un tema sacado de lo mejor del cine fantástico (con uno que otro toque de humor bastante absurdo). Pero que aún así, su propuesta no los dejará indiferentes. La amenaza, el horror  aquí es ciento por ciento psicológico (y lo que es mejor aún, funciona como pocas).
Muy recomendable, para quienes disfrutan siendo perturbados, (y lo que debe ser mejor aún), que te dejen flotando en el aire tratando de entender que has acabado de ver. No todo tiene que ser explicado, y esta te obliga (quieras o no) a ver y pensar en algo que no esta al alcance de los ojos. Nosotros ya lo hemos descubierto ¿y uds?....   
      

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