
Balthazar, desapareció silenciosamente por entre la neblina. Mientras sacaba del bolsillo de su abrigo, y como era su cábala todas las noches, observó aquella fotografía donde aparecía él, sonriente sobre unos roqueríos. Y aquella palabra impresa en ella, que cada vez que lo leía, lo seguía atormentado como la primera vez. Porque el tiempo no puede dar marcha atrás. Porque sabía cuál era su verdad, sabía que no podía decirle a nadie que él seguía ahí. Un ruido repentino que provenía detrás de él, los sacó de sus pensamientos. Sin tener momento para reaccionar, un fuerte empujón lo tiró con fuerza sobre las húmedas hojas. Fue despojado con violencia de sus ropas, y simplemente se dejó dominar por una nueva dosis de placer, que aquella silueta desconocida le proporcionaba tan sorpresivamente. Balthazar se volteó como pudo, lo tomó con fuerza de los brazos y comenzaron a levitar. El victimario pasó a ser víctima, del placer pasó al miedo, inmóvil sin poder hacer otra cosa más que gritar despavorido, fue absorbido así por el horror. Luego un silencio inquietante, que fue interrumpido por el ruido de un cráneo que se azotó agresivamente contra el suelo. Balthazar descendió suavemente, cuando tocó el suelo, se arrodilló, y se masturbó furioso sobre el reventado cadáver. El abundante semen eyectado, mojó casi toda aquella cabeza masacrada y grotesca de carne destrozada, haciendo que se mezclara con la sangre desparramada en todas direcciones, formando un extraño y repulsivo color rosáceo. Balthazar se sintió inevitablemente atraído, y sin oponer la más mínima resistencia, se acercó y pasó su lengua suavemente por la viscosa mezcla. Luego de sentirlo en su boca, bebió como si su vida dependiera de ello. Fue interrumpido por unas extrañas luces y pisadas que parecía, provenían de todas direcciones. Balthazar, tomó con sus fuertes brazos su abrigo y desapareció raudo, sobrenatural, por entre los árboles.
La policía rápidamente se organizó para buscar al brutal agresor. Al parecer, no habían testigos, pero encontraron lo que sería pieza clave para resolver el supuesto crimen. Entre las manos del cadáver, había una fotografía de un joven no más de treinta años, que sonreía sentado sobre unos roqueríos, y con una especie de obituario que decía: "Balthazar Kainbell, extraviado desde 1953".
Tom M. Prometheus Sulaco.
Hoy me es muy grato saludar a los lectores de este muy humilde Blogger, y por sobre todo, a los nuevos lectores, como por ejemplo: Rusia (que han superado las 62 páginas vistas), EE.UU., Francia, y por supuesto Chile (100 páginas vistas). Sin dejar de lado a Bolivia, Alemania, Lituania, Mauricio, México, y Ucrania, a cada uno de ellos, muchas gracias.
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